No hace ni un año desde que el Camp Nou fuese invadido por un ejército blanco de origen alemán. Por entonces, más de 20.000 aficionados visitantes poblaron las gradas de un desangelado Camp Nou para silbar el himno azulgrana, celebrar cada gol de su equipo como si el partido se disputara en casa y coronar así uno de los capítulos más negros en la historia del Barça a nivel institucional, social e incluso deportivo, puesto que el equipo fue eliminado en una exhibición de velocidad, contragolpes, verticalidad y pegada alemana.