Sostiene que el slogan cuestionado es “una invitación comercial que induce a un entusiasmo que podríamos considerar desmedido y sobrelleva claramente como propósito una práctica que está más allá del control voluntario, contradiciendo iniciativas tanto de esta Cámara como de la Cámara de Diputados y de áreas ministeriales del propio Poder Ejecutivo que son impulsadas para evitar todo tipo de acción que favorezca la adicción al juego”.